Una forma
muy eficaz de proporcionar conocimientos técnicos a nuestros alumnos consiste
en analizar objetos y artefactos de toda clase.
Los objetos
adecuados para una actividad de análisis pueden ser muy diversos: una tienda de
campaña, una sartén, un teléfono o unos guantes, por ejemplo. Sería un error
limitarse a los objetos industriales o destinados a la producción
(herramientas, circuitos integrados, engranajes, instalaciones, etc.). Esa
limitación no está justificada.
Con este
tipo de actividades, lo que debemos perseguir es enseñarles a extraer
información de los objetos y aparatos, a partir de una observación inteligente
y una reflexión juiciosa sobre lo observado: por qué tienen esa forma, cómo
funcionan o cómo están construidos, por ejemplo.
La
competencia cognitiva necesaria para el análisis es muy alta: para poder
extraer información de calidad es preciso poseer una cantidad de conocimientos
suficientes y bien estructurados. Este es un requisito sin el cual no se
obtienen resultados del análisis o los resultados son muy pobres. Por eso es
necesario aprender y ensayar explícitamente procedimientos de análisis.
¿Qué tipo de
información puede obtenerse del análisis de los objetos? Muchísima. Pero la más
relevante, para alumnos de estas edades, es la información relativa a los
asuntos fundamentales que han debido abordarse al diseñarlos y al fabricarlos:
la forma y dimensiones de sus partes componentes, los materiales empleados, su
funcionamiento, los procedimientos empleados en su fabricación, los aspectos
estéticos, su coste, etc.